Desde el proyecto Alianza Liderazgo en Positivo y Poblaciones Clave (ALEP+PC), una propuesta regional liderada por 10 redes regionales de personas con VIH y poblaciones clave en América Latina, alzamos la voz para que el mundo conozca el contexto que enfrentamos en actualmente en la región.
En días recientes, el Fondo Mundial de Lucha contra el Sida, la Tuberculosis y la Malaria (Fondo Mundial), donante del proyecto ALEP+PC, comunicó la decisión de “pausar” la implementación de la mayoría de las actividades de los proyectos nacionales y regionales en curso. Esta medida se toma en un contexto de alta incertidumbre financiera global y, aunque entendemos la magnitud de los desafíos, no podemos dejar de expresar nuestra profunda preocupación por el impacto que esto tendrá en las comunidades que acompañamos y representamos en respuesta al VIH.
El proyecto “Mejorando la calidad de vida, y el disfrute de los derechos humanos hacia el buen vivir de las personas con VIH y poblaciones clave de América Latina / Abya Yala” ALEP+PC no es un proyecto más. Es una propuesta sui generis, nacida desde, para y por las comunidades, con una arquitectura regional que pone al centro la voz, la experiencia y el liderazgo de las poblaciones históricamente más afectadas por el VIH. A diferencia de otros proyectos, nuestra propuesta se ha enfocado en fortalecer la participación política con evidencia, la producción de conocimiento desde lo comunitario y el desarrollo de acciones comunicativas transformadoras e innovadoras. Acciones que hoy se ven pausadas ante la decisión del Fondo Mundial.
No es el momento para que el Fondo Mundial nos dé la espalda a las comunidades, ni para que contribuya a la desestabilización a través del desfinanciamiento. Resulta una acción violenta e innecesaria, porque los recursos para ejecutar las actividades están ahí, listos para ser usados, y sin embargo se nos impide hacerlo.
Nos preocupa la falta de transparencia en el proceso. Llamarlo “pausa” resulta engañoso, especialmente cuando se anuncia justo antes del cierre del proyecto. Esto coloca a las comunidades en un escenario de falsas expectativas, ya que, para cuando esa “pausa” se levante, el tiempo disponible para ejecutar las actividades habrá terminado.
Nuestra labor es profundamente política. A través de la participación comunitaria —siguiendo el modelo MLC—hemos generado hallazgos valiosos que nos permiten incidir con evidencia. Esta articulación no solo se ha dado con programas e instituciones gubernamentales, sino también con aliados estratégicos que promueven una atención integral desde un enfoque holístico y comunitario. Todo ello ha contribuido de forma directa a mejorar la calidad de vida de las personas.
Y es justamente en momentos como este, de creciente desfinanciamiento, invisibilización y discursos antiderechos y de odio, cuando más se necesita proteger y sostener el trabajo de las redes comunitarias, de las poblaciones.
Sabemos que en contextos de crisis, los fondos se priorizan para las acciones que salvan vidas. Pero queremos dejarlo claro: las acciones comunitarias, de incidencia y comunicación amplia sobre nuestras experiencias también salvan vidas. Porque ningún medicamento llega a quien lo necesita si no existe un sistema comunitario que informe, acompañe, vigile y transforme el entorno donde ese tratamiento debe insertarse. Como ya lo han reconocido otras delegaciones, los servicios que salvan vidas nunca llegarán a quienes más los necesitan sin sistemas comunitarios sólidos en los territorios.
Nos preocupa profundamente que el nuevo enfoque del Fondo Mundial se alinee con tendencias restrictivas impulsadas por la nueva ola de gobiernos conservadores. Es peligroso que se desdibuje la fuerza transformadora de los movimientos sociales latinoamericanos, cuando nuestras luchas, conocimientos y experiencias son utilizados como insumos técnicos, pero nuestras voces quedan fuera de la toma de decisiones. Las
comunidades no podemos ser tratadas como bases de datos o buenas prácticas. Nuestra fuerza no es materia prima, es política viva.
Nuestro proyecto culmina en septiembre de 2025. Pero si hoy se interrumpen las actividades estratégicas que tenemos planificadas, se interrumpe también una apuesta regional única que ha articulado voces, experiencias y conocimientos durante más de cinco años. Voces y vidas que no pueden esperar y voces que no deben ser calladas.
Desde ALEP+PC reafirmamos el principio MIPA y la necesidad de que las personas con VIH y las poblaciones clave participemos significativamente en todas las decisiones que afectan nuestras vidas. No como observadoras. No como validadoras. Sino como protagonistas.
El Fondo Mundial debe escuchar, valorar y proteger estos espacios. Porque no se puede pausar la vida, no se puede pausar la justicia. Y no se puede pausar una propuesta que nació para transformar nuestras vidas desde las bases. Y donde nuestras herramientas son la incidencia política, la evidencia a través de los datos y la comunicación transversal.
Hacemos un llamado urgente para que cualquier proceso de ajuste y reprogramación considere el contexto regional y los impactos diferenciados en nuestras comunidades. No puede haber pausas unilaterales ni decisiones sin diálogo, ni ajustes que se definan sin la presencia de quienes vivimos las consecuencias.
Tenemos la disposición para el diálogo, pero también para la acción colectiva. Y llamamos a todas las redes, aliados y organizaciones de la sociedad civil de América Latina y el Caribe a sumar su voz. Para que esta pausa no se convierta en silencio.
Si nos detienen, ¿quién hablará por nosotras, nosotros y nosotres?
¡Desde las comunidades, para las comunidades!